Cuando creí haber fracasado: convertir la caída en impulso
Hubo un tiempo en que sentí que había fracasado. No había logrado eso que me había propuesto, y por meses me convencí de que eso decía algo sobre mí: que no era suficiente, que no servía, que quizás no lo iba a lograr nunca. Cada noche se volvía una batalla silenciosa con mi mente: pensamientos profundos, dudas constantes, insomnio.
Tuve que alejarme de todo. No para rendirme, sino para reencontrarme. En ese silencio incómodo, lejos de las voces ajenas y las exigencias autoimpuestas, empecé a ver con claridad: no había fracasado, simplemente necesitaba tiempo. Y, sobre todo, necesitaba mirar con lupa quién me rodeaba, de quién venían las críticas y cuáles de esas voces valía realmente la pena escuchar.
El fracaso es parte de la vida (aunque nadie hable de eso)
Millones de personas fracasan a diario. Emprendedores que pierden inversiones, estudiantes que reprueban, artistas rechazados, deportistas lesionados, padres que sienten que no llegan. Lo cierto es que fracasar es común, humano, inevitable. Lo que no es común es hablarlo sin vergüenza, asumirlo sin esconderse.
Y acá es donde entra una diferencia clave que muchos no ven:
Hay dos tipos de personas en este mundo: los que fracasan y los fracasados.
¿Cuál es la diferencia?
– Los que fracasan son quienes se caen, pero se levantan. Los que aprenden, ajustan, insisten.
– Los fracasados son los que eligen quedarse abajo, los que dejan que el error los defina, los que renuncian a seguir intentando.
Fracasar no te hace un fracasado. Rendirse por miedo, sí. La clave está en cómo respondés a la caída.
Nadie llega lejos sin caer primero
Un claro ejemplo de esto es Michael Jordan. Considerado el mejor jugador de básquet de todos los tiempos, fue rechazado por el equipo de su escuela secundaria por no tener la altura ni el talento suficiente. Ese rechazo fue devastador, pero no lo detuvo. Al contrario, lo empujó a entrenar más duro y a redoblar su esfuerzo. Años después, no solo logró entrar al equipo, sino que revolucionó el deporte, convirtiéndose en una leyenda. Él mismo dijo:
"He fallado más de 9000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces confiaron en mí para hacer el tiro ganador… y fallé. He fracasado una y otra vez. Y por eso tengo éxito."
Es importante entender que fracasar no te descarta, te forma. Cada caída de Michael Jordan fue una oportunidad para reinventarse, para mejorar, para demostrar que el fracaso es solo una parte del camino hacia el éxito.
De la pausa al impulso
Esos meses de pausa fueron duros, pero también fueron el inicio de un cambio. Aprendí a valorar mi trabajo, incluso cuando los resultados no eran inmediatos. Aprendí a confiar en mí, incluso cuando otros dudaban. Aprendí que sí podía.
Hoy miro hacia atrás y entiendo que el éxito no es una línea recta. Es un camino torcido, lleno de curvas, caídas y aprendizajes. Y que muchas veces, esos momentos en los que sentís que tocás fondo son justamente los que te empujan más alto.

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