Ropa que mata. Moda que contamina. Silencio que duele

 Ropa que mata. Moda que contamina. Silencio que duele



Cada segundo se tira un camión de ropa en el mundo.

Pero esa ropa no desaparece.

Se entierra en el desierto.

Se quema en países pobres.

Se transforma en contaminación invisible.

En el desierto de Atacama, en Chile, más de 59.000 toneladas de ropa usada llegan cada año desde Europa, Estados Unidos y Asia. Lo que no se revende termina formando montañas textiles bajo el sol.



En Ghana, la ropa que no se vende en el mercado de Kantamanto acaba en ríos, playas y vertederos improvisados, ahogando comunidades y contaminando el mar.

Lo mismo pasa en India, Pakistán, Malasia, Nigeria, Filipinas y tantos otros países que cargan con la basura del norte global.


Muchas de esas prendas ni siquiera están en condiciones de uso. Están rotas, manchadas, o hechas de materiales que no se pueden reciclar.

Mientras tanto, seguimos comprando.

Por moda. Por ansiedad. Por hábito.



Entonces, vale la pena preguntarnos:

¿Es necesario tanta ropa?¿Compramos porque lo necesitamos o porque nos enseñaron que siempre hay que tener algo nuevo?

¿A quién beneficia este sistema y a quién perjudica?

La ropa que tiramos no desaparece.

Está en el desierto. En las playas. En los cuerpos y pulmones de quienes viven cerca de esos basureros.

Consumir menos, elegir mejor, cuidar lo que ya tenemos.

Eso también es parte de la moda.

Y sobre todo, eso también es una forma de resistencia.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Qué le pasó a María?

Terror en Cancún;Joven muerte tras ataque de tiburones

Los niños que el paraíso olvidó